miércoles, 24 de febrero de 2010

Un poco de infancia

Recuerdo que mi viejo siempre me decía "no toques eso". No se refería a la porcelana china de 500 años. No se refería a la tarjeta de crédito. Tampoco se refería a meter los dedos en el enchufe.

Eran grises y pequeños. Mi viejo los armó en algún momento que yo no recuerdo, porque no había nacido. Siempre me llamaron la atención. Estaban muy arriba y yo era muy enana para alcanzar la estantería donde los decepticons descansaban. Adelante de un par de libros, ellos me miraban y yo los miraba a ellos.

En su momento fueron un juguete. Hoy, son una pelicula.

Mi viejo, así como era él, tenía esa couta de nerd/freak (mas freak que nerd). Incomprendido en su momento, andaba con una zapatilla de un color y la otra, de otro color diferente, pero ambas, topper. Una campera militar y un par de discos de vinilo de soul. Siempre lo hechaban de las fiestas de quince por poner "música de negros". Entre todas sus manias pre-freak tenía esa. Sus dos muñequitos (vaya a saber en qué lugar están descansando ahora). Sus dos transformers. Objeto codiciado por mí, que nunca voy a poder heredar, porque no sé donde están.

A falta de los muñequitos, me compré un chevrolet camaro. No, mentira. No tengo plata ni para comprarme un fiat 600.

Pero, si pudiese tener esos muñequitos y esto:
Chevrolet Camaro

Para que después se transforme en esto:

Bumblee

Entonces sería ultra ultra feliz.

Okey, si, hoy me levanté especialmente enviciada con los transformers.

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