jueves, 21 de abril de 2011

El tiempo.

Parece haberse esfumado, o lo perdí en algún viaje de esos donde mi mochila pesaba, llena de cuadernos, de libros por hacer y de poemas por escribir.

El tiempo.

Me saqué el reloj, y desde que lo hice duermo mejor de noche.

Pero sigue estando. Mira por debajo de la cama, con sus ojos grandes y abiertos. Muy caricaturesco. Me mira, me inspecciona, se mete por debajo de las sabanas y es mas tiempo todavía cuando duermo.

Me aprieta la mandíbula, me curva la espalda, me late la cabeza.

Todo eso, lo hace el tiempo.