miércoles, 7 de julio de 2010

Y fue así como lo decidí...

Como nunca lo hice. El vaso tenía esa especie de frío convertido en líquido, de ese que forma la base del vaso en la mesa, y se pega a la servilleta, amante del líquido que chorrea a través de burbujeantes pociones, mezcladas con hielo y una pajita que tienta a morderse a si misma.
Las decisiones se toman piernas en la mesa, y observando a la multitud. Jugando con el destino, mientras se largan palabras random al aire, pidiéndole a la desgracia un poco de respiro entre la nicotina, y un poco menos de manos alrededor mi cuello.
Si fuese por mí, ya hubiese decidido que el calor empiece a sofocarme un poco. El calor representa a Diciembre, en Diciembre termina el año, y yo necesito sacarme esta mochila de malestares generales de una vez por todas. Piernas en la mesa y comunicados de por medio, decidí algo que todavía no logro entender muy bien. Pero está entre medio de ser yo, y una parva de idioteces lo suficientemente grande como para yo no importarme nada y todo al mismo tiempo.
El vaso amaga con suicidarse en el piso, y entre la multitud el destino comienza a entrelazarse entre lo que parece ser mi cuerpo, y un poco de pelo. Es como si el humo de un mago ancestral, empieza a entrar por mis fosas nasales, baja a mi garganta, y comienza a corretear por mi tráquea y se adueña de ella. La hace volar un rato, recupera las notas musicales perdidas en alguna copa de más. Baja al estómago, y se sumerge en cuanto líquido estomacal encuentra. El humo toma mi cuerpo, y yo sigo con las piernas sobre la mesa, esperando decidir, lo que sea que esté diciendo.

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