miércoles, 19 de septiembre de 2012

Hubo un verano en el que le pedí encarecidamente al viento que me diga cuánto de todo lo que me estaba pasando era locura y cuánto era verdad.
Todavía fumaba, así que la mayor parte del tiempo el viento se mezclaba con el humo de la nicotina y me pegaba fuerte en la cara. Me quería despertar, quería que yo viera lo que pasaba, pero era mas fácil vivir con los ojos cerrados que darse cuenta que lo que venía era grande...muy grande.
Pero, querido amigo, el tiempo pasa y nos va marcando. Y lo que yo creía conocer, mutó a esa fascinante bola de adrenalina y viajes y recuerdos, que cada vez que miro hacia atrás, veo como la Lucía sentada en contra del viento, se hace un festín de abrazos y besos que jamás hubiese imaginado.

La ruta esperaba tranquila, nada nos iba a pasar. Confío plenamente en vos, puedo cerrar los ojos y sé que me vas a llevar a destino... Mientras el destino, nos lleva a nosotros.

Cada tanto quiero llorar, porque claro, en el medio pasaron cosas y pasaron personas y pasó la vida. Y yo por momento me sentí sola y te necesitaba y nunca fuí demasiado valiente con vos como para levantar ese teléfono y pedirte que me vengas a rescatar.

La pared estaba ahí, vos la pusiste ahí y yo la dejé ahí. Es que había intentado tantas veces tirarla, que todavía tengo cicatrices en las manos y en la frente y la sangre coagulada en la nariz.
Dolió. Dolió muchísimo. Cada segundo, minuto, hora y día... Dolían. Estaban ahí, estaban presentes. Los recuerdos, los momentos, los interrogantes, las charlas...estaban ahí. Mi duda, la duda de siempre... Estaba ahí.

La muerte estaba ahí, las desapariciones estaban ahí, la tristeza estaba ahí y yo estaba ahí también. Metida entre lagartos, y lagartijas de pesadillas y sueños horribles que se meten en mi cabeza y juegan con mis neuronas a las escondidas, mientras las amasan y machacan contra mi cráneo, esperando el momento justo para atacar por sorpresa y dejarme sin energías para andar por la vida.

Pero la vida anduvo, y a mí no me quedó otra mas que seguir con ella y dejar de batallar con la corriente. Por fin eras libre y por fin yo era libre. Ya ni siquiera compartíamos el mismo espacio y tuve que alejarme de la átmosfera de tu perfume pesado y provocador porque esto se había ido tanto de las manos que ni vos, ni yo lo encontrábamos.

Y fue curioso, pero el día que me fuí, lo hice con una sonrisa. Sabía que había algo mas. El sol pegaba fuerte, la primavera empezaba y yo empezaba una vida nueva. Quería todo hasta el final y en tiernas y pequeñas dósis. Innecesario, porque yo jamás fuí calculadora, ni estratega, ni siquiera distante en mis relaciones... Siempre fuí eso que viste en la terraza, con ese frío que calaba los huesos y un viento que no paraba de soplar mientras algunas gotitas caían sobre mi mejilla fumadora.. UN DESASTRE.
Pero esta vez no fue así, y creo que hice bastante feliz a la persona que tenía a mi lado durante bastante tiempo, hasta que otra vez la realidad volvió a golpearme en la cara y esta vez no había forma de evitarlo.

Estabas ahí. Y yo ya no podía hacer nada. Tampoco quería hacer nada.

Venía mal, venía por el piso, venía arrastrándome. Me sentía horrible, estaba horrible y era bastante tentador tirarse abajo de la primera cosa que pase. Lo pensé, lo pensé mas de una vez.
Todo lo que había construido, se venía abajo por la triste realidad de TODO.. De la vida misma, digamos. Y así, como siempre fuiste vos, en las risas desapareces, y en las lágrimas ni siquiera pedís permiso.
Venís, entrás, pateas, limpias, purificas... Y te vas.

Pero esta vez...esta vez no te fuiste. Y mientras batallamos contra la personalidad de los personajes, mientras intento tirar abajo la pared que esta vez crée yo...vamos haciendo el camino que en algún momento soñé entre pitada y pitada.
Si el humo hubiese sido reflejo de mis sueños, entonces tiene sentido que haya dejado de fumar y mi infinito humo ahora se esté materializando y que sea con vos.

Mis entrañas tiemblan, mis piernas tiemblan, mis ojos tiemblan, mi boca tiembla... Todo tiembla.
Se me caen las cosas de las manos, me pego las piernas contra cualquier cosa no apta para mi altura y voy a tropezones por las calles mojándome las zapatillas, corriendo para dejarte un café y una sonrisa... Todo a la orden del día y sin fecha de vencimiento.


"Todo el tiempo que pasó
no me aleja de tu lado.
Cielo de un solo color
que me sigue enamorando."

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