jueves, 14 de julio de 2011

Crispada. Crispada. Crispada.
Brujas presumidas, o brujas inexpertas, o ninguna bruja de ninguna manera.
Me crispó.
Un gato salió de adentro mio, gruñó, y se crispó.
Estúpidas decisiones que tiene la gente a la hora de hablar.


Sigo crispada. Lo siento entre medio de las vértebras de mi cuello. Habla mal de mí, debería de haberle enseñado que esas cosas no se hacen.
Creo que ni una mano puede contar la gente que pueda acariciar mi aura con mucho amor y mucho cariño.
Sigo crispada.
Estúpido odio el que tengo.
CON MI AURA NO.



CRISPADA, CRISPADA, CRISPADA.

Y va buscando tarotistas en santerías. Va buscando que le cumplan el sueño de su vida. Va buscando un rumbo.
Estúpida manera de leer a la gente. Yo sabía que había algo... Había algo ahí.
Nadie que te catalogue como su amiga de la old school después de dos semanas de conocerse puede ser bueno.
Me reí. Pero hoy me crispó. Vibró en algo diferente. Casi que con una maldad premeditada.
Y salió el gato, y ahora anda paseándose por el escritorio, de una punta a la otra. Y me mira, me vigila. El gato esta ahí, entre mis piernas. Esperando para saltar y volver a crisparse.


Esta bien. Tal vez la "crispación" se esté yendo en este momento.

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