domingo, 12 de junio de 2011

A veces me gustaría no ahogarme tanto, en medio de las melodías diarias que me regalas.
Aparentemente encontré mi voz, esa que tanto buscaba. Pero perdí todo aquello que me rodeaba de tanta gratitud e inocencia. Quiero soltarte la mano, esa que me empezó a guiar hace un par de meses, y que me cubre de seguridad. Esa mano que me obliga a mirar hacia adelante, porque de vez en cuando se siente bien saber que te tengo cubriéndome la espalda.

Un brote psicótico vuelve a nacer en mí. Me paré frente al destino y le dije que no quería lo que él me pautaba, le dije que iba a hacer lo que yo quería. Y quería disfrutar el viaje. O ese trayecto hacia lo que aparentemente va a suceder.
Y mientras recito profecías, que parecen cumplirse, me hundo un poco mas en la depresión de tenerte lejos y que estés casi tan frío como el cadáver que te gustaría ser.

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